lunes, 7 de diciembre de 2015

El abandono

Modalidad literaria: Microrrelato
Autor: José Luis Llongo Tatay
Fecha creación:Diciembre 2015


Un prestigioso químico examinaba en su laboratorio los restos aparecidos en el fondo del bolso que la sospechosa llevaba el día que decidió abandonarlo. En un principio, analizando el compuesto, le extrañó observar un diluyente inflamable como lo es la acetona, además del ácido cianhídrico, un gas altamente venenoso que bloquea la recepción de oxigeno por la sangre. 

Lo siguiente fue el amoniaco y el arsénico, mortífera sustancia utilizada en los raticidas, y más tarde el butano y el benzopireno, éste último, un cancerígeno que evita que se extingan las combustiones. Todo aderezado con partículas de cianuro, el mismo empleado en las cámaras de gas, así como un potente plaguicida llamado: DDT.  Se sorprendió al ver el polonio 210, un elemento extremadamente radioactivo, acompañado del tolueno, utilizado en la fabricación de pinturas y presente en el barniz para uñas. 

Las dudas se iban disipando al aparecer el fenol, irritante y corrosivo de las membranas mucosas y un desestabilizador del sistema nervioso central. A este destructivo carrusel se unieron los metales pesados: mercurio, plomo y cadmio, causantes de múltiples enfermedades en nuestros órganos vitales: disnea, fibrosis pulmonar, cáncer de pulmón, riñones, próstata y estómago. 

Todo se confirmaba al aparecer muestras de alquitrán, sustancia amarillenta y pegajosa que obstruye vías respiratorias y pulmones, altamente cancerígena y encargada del desarrollo de la adicción. ¡Y cómo no!, la nicotina, droga psicoactiva, utilizada también como insecticida y responsable de producir dependencia física. En menos de dos horas, este alcaloide, reclama nueva dosis. Aunque la investigación continuó, detectando un gran número de nuevas sustancias nocivas (hay documentadas más de 6.000), el veredicto ya era claro y concluyente: Se trata de: EL TABACO Y SUS MALDITOS ADITIVOS.

Y en el informe añadió: “La sospechosa hizo muy bien en abandonarlo. Afortunadamente el abandono del tabaco no es delito, pero denle tiempo a las multinacionales tabacaleras y a los gobiernos agradecidos por el afán recaudatorio de impuestos. El auténtico delito es contribuir a fomentar intereses económicos de terceros, y aunque algunos fueran propios, a cambio de empobrecer nuestra salud, nuestros bolsillos y nuestra libertad de decidir libremente. Aunque siempre viene bien el apoyo de los que rodean a quienes sufren la adicción, así como el recurrir a la variedad de métodos bajo el control médico y profesional, nadie les va a prestar mejor ayuda, si quieren abandonar el habito de fumar, que la que salga de su de su propia iniciativa, consciencia y voluntad. 

Está visto que a los responsables de la salud pública mundial les hace falta algo más que buenas palabras. Ante éste, ya antiguo, y demoledor análisis de las sustancias que componen un simple cigarrillo, no deberían quedar más excusas donde refugiar nuestra tolerancia. ¡ABANDÓNALO!

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